Para Tom, que creció practicando kitesurf con su familia en Exmouth (Reino Unido), este deporte siempre ha sido mucho más que una afición: es una forma de vida. «Para mí, se trataba de poder hacer lo que quisiera, cuando quisiera», explica.
«Eso podía significar coger la ola perfecta, encontrar el viento adecuado o simplemente contar con el equipo que me permitiera hacerlo todo. Se trata de estar siempre preparado para el momento».
La historia de Lasse fue similar. Criado en la costa holandesa de Noordwijk, pasó del windsurf al kitesurf durante su adolescencia y se convirtió en profesional en 2015.
«Para mí, se trata de decir sí a oportunidades como esta», comentó, en referencia a la sesión de fotos en Alaska. «Ya sea surcando vientos fuertes o posando en condiciones gélidas, todo consiste en estar preparado y mantener el control».